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Mostrando entradas de 2020

EL OBSERVDADOR

Todo está en calma. A través de la ventana puedes ver las hojas de los árboles, extrañamente inmóviles, como si el viento hubiese ido a otro lado. No cantan las aves, ni los grillos que, a esa hora del caer del sol, rompen a chirriar. La casa tampoco hace ruido, todos los objetos sostienen la respiración. El único movimiento en el silencio es el de la luz yéndose poco a poco, despintando del día las paredes que se van poniendo grises y, en los vértices del techo ya presagian las sombras de la noche. ¿Por qué no te habías dado cuenta de la quietud? ¿En qué momento la atmósfera se volvió un frasco cerrado al vacío? Hace frío pero, presientes que si te mueves de esa habitación activarás lo desconocido. Ni siquiera te atreves a prender la luz, aunque lo deseas con todas tus fuerzas, antes de que la oscuridad invada por completo la estancia. Pero no puedes. En cuanto esa última línea de oro solar se pierde en el horizonte, una poderosa fuerza se ha apodera de ti y de la habitación. Así q

Yo soñé con pulmones

La colmena                                                                                                 yo soñé con pulmones  cómo bosques de alvéolos excitación de fotosíntesis  inspiración que forma nubes cerca de las clavículas  las costillas se ensanchan de alegría  la risa descarga de electricidad   en el relámpago termina de soltarse  la última flema escondida  fosforece en el paisaje pulmonar                         llueve por dentro fertiliza la respiración con el llanto  afuera celebramos la fiesta de las tristezas  lanzadas a la atmósfera transformadas por un cuerpo superior  cuando mi tristeza es la del viento silbo con él  tonada helada me alumbra doy a luz fundida y expiro en canto la visión  viento que siente tu tristeza ríe descarga secando el mojado rostro  ríos de sal atraviesan la mirada  en la forma de las cosas se cultiva lo solar  nuestros pulmones hacen lo que hacen  desesperan en
La c uarentena : u n camino de autoconocimiento Detenerse en nuestros tiempos ha sido duro y doloroso para muchos. Para otros, bueno y sanador. Como sea, lo cierto es que ante la perspectiva de la enfermedad y la muerte lo hicimos, porque no nos quedó de otra.    Curiosamente , antes de la epidemia tambi é n la enfermedad y la muerte eran las principales razones para no detenernos. Lo cre í amos imposible cuando no era inminente. Bien, ya estamos aqu í.    ¿Por qu é no? La sociedad actual funciona por el rendimiento y la productividad, no importa cuál sea nuestro oficio o profesión y en realidad tampoco es tan importante lo que producimos, sino lo que consumimos.    Somos consumidores dentro de un paradigma en el cual creemos que somos productores. La religión del hacer y el tener. Una carrera sin meta, en la que nunca es suficiente lo que hacemos para obtener lo que necesitamos. No hay satisfacción, de esa profunda y real que viene acompañada de agradecimien