Todo está en calma. A través de la ventana puedes ver las hojas de los árboles, extrañamente inmóviles, como si el viento hubiese ido a otro lado. No cantan las aves, ni los grillos que, a esa hora del caer del sol, rompen a chirriar. La casa tampoco hace ruido, todos los objetos sostienen la respiración. El único movimiento en el silencio es el de la luz yéndose poco a poco, despintando del día las paredes que se van poniendo grises y, en los vértices del techo ya presagian las sombras de la noche. ¿Por qué no te habías dado cuenta de la quietud? ¿En qué momento la atmósfera se volvió un frasco cerrado al vacío? Hace frío pero, presientes que si te mueves de esa habitación activarás lo desconocido. Ni siquiera te atreves a prender la luz, aunque lo deseas con todas tus fuerzas, antes de que la oscuridad invada por completo la estancia. Pero no puedes. En cuanto esa última línea de oro solar se pierde en el horizonte, una poderosa fuerza se ha apodera de ti y de la habitación. Así que te quedas ahí, respirando apenas, con los sentidos abiertos.
De pronto escuchas abrirse, despacio, la puerta la casa. Tu oído capta la manija girando, el chillido de las bisagras, los pasos que se detienen en el rellano. Esa persona también ha aguzado los sentidos y te huele como perro de caza, mientras suda copiosamente bajo la sudadera negra. Sabes que está buscándote y aunque te encuentras en la habitación, por alguna misteriosa causa, puedes ver a este hombre subiendo las escaleras con sigilo; sientes como el pasamontañas lo asfixia y el peso del arma que lleva en la mano. Ya está en el pasillo. Escuchas su corazón y el tuyo como si lo fueran a vomitar. Los corazones se entonan, latiendo al mismo ritmo, al mismo tiempo. Entonces el hombre abre la puerta. Sabes quién es, aunque no puedes verle la cara. Es el tipo de la escuela al que le dijiste que no cogerías con él, porque es ridículo, porque es blanco, por insulso, porque te caga la forma en la que se sonroja cuando te ve. Le rompiste el corazón, y ahora él, viene a rompértelo a ti. Para siempre.

Puta negra. Te dice. Piensas, “¿me está confundiendo?, yo no soy negra. ¿En dónde estoy? Afuera de mi casa no hay árboles inmóviles. ¿Cómo salgo de aquí? Debo decirle que yo no soy, que no lo conozco. Que siento mucho que le duela tanto, que puedo sentir adentro de mí, como me atraviesa su dolor”… Pero en lugar de eso, sale de tu boca una risa burlona. El hombre blanco te apunta con el arma, quieres suplicar, llorar, pero te sigues riendo. Hay un tercer latido en esta habitación. El disparo estalla en tu cabeza y lo que queda es la nota final de un zumbido que te atraviesa las células. Tus órganos van a estallar. Despiértame. Piensas. Luego de un extraordinario esfuerzo, logras despertar. El zumbido sigue ahí, pero tú ya estás en tu habitación del último piso, en que no se ven árboles sino la parte alta de la ciudad. Tardas aún unos minutos en entender que, no eres esa chica que despreciara al joven que la mataría esa noche. A la mañana siguiente buscas en las noticias. Fue tan real que te permites dudar si fue un sueño. Encuentras la nota: al otro lado del continente, una joven afroamericana fue asesinada mientras dormía. Aparentemente fue un crimen de odio. "La situación de racismo está alcanzando proporciones aterradoras". Dicen los grupos de la iglesia. "Es porque es mujer". Dicen las feministas. Pero tú sabes que, aunque lo pareciera, el problema no tuvo nada que ver con racismo, ni feminismo. Sólo tú sentiste, en ese momento final, la región más alta del dolor y la vergüenza de ambos. El asesino no ha sido encontrado, pero el arma estaba en el lugar del crimen. Cuando ves la imagen de la Rugger calibre 22 se te detiene la sangre y al mirar la fotografía de la chica de 16 años, no te queda la menor duda. El tercer latido en el lugar de crimen era el tuyo.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/56/John_Henry_Fuseli_-_The_Nightmare.JPG/800px-John_Henry_Fuseli_-_The_Nightmare.JPG
Que bien escribes 👍
ResponderEliminarQue bien escribes 👍
ResponderEliminarEl escalofrío recorrió mi nuca y pude verlo todo con claridad.
ResponderEliminarAgradecí tu compasión, al saber que todo fue un muy mal sueño.
Mixtlan que manera tan contundente de llevarnos por la atmósfera re-creada
ResponderEliminarTema tan complejo, la violencia... Gracias
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ResponderEliminarMe pasó algo similar, demasiado increíble para contarlo ahora.